Internet es una puerta abierta a los negocios. Cualquier persona con una idea puede tener su propia tienda virtual con un escaparate a la vista del mundo entero por un bajo precio. Pero no basta con cruzar los dedos y esperar a vender. Para tener éxito, el ciberemprendedor necesita de una estructura empresarial que requiere de un gran esfuerzo tecnológico y de marketing.
(Cinco Días, 21/5/2008)
Montar un negocio en Internet tiene múltiples ventajas, pero que sea rentable no es tarea fácil. Muchas personas recurren al e-business alentadas por la expectativa de hacer dinero rápido. Y es que los reducidos costes y las posibilidades que ofrece la red atraen a los ciberemprendedores. Pero no es oro todo lo que reluce. Los expertos coinciden en que el proyecto estará prácticamente abocado al fracaso si no se tienen en cuenta varios aspectos.
Como en cualquier empresa, lo primero para echar a andar es diseñar una estrategia empresarial. Según José Luis Zimmermann, director de la Asociación Española de Comercio Electrónico y Marketing (AECEM), el business to consumer -venta directa al consumidor- requiere un “plan de negocio bien definido”, que pasa por “plantearse el desarrollo del negocio a largo plazo y unos objetivos determinados”. No obstante, las reglas del juego son diferentes a las de un comercio tradicional, por lo que el principal reto es gestionar y organizar desde un prisma electrónico. En este sentido, lo que marca la diferencia es la venta a distancia, y se hace imprescindible “disponer de medios de pago seguros, logística, almacenamiento y transporte para la distribución”, afirma Zimmermann.
Asimismo, es necesario estudiar a fondo la viabilidad del producto o servicio que se quiere comercializar. Lo ideal es ser original y desmarcarse de una competencia cada vez mayor. No está de más conocer la normativa que regula el e-business en España. Destacan sobre todo tres leyes: la Ley de Servicios de la Sociedad de la Información (LSSI), la Ley de Impulso de la Sociedad de la Información (LISI), y la Ley Orgánica de Protección de datos (LOPD).
Llegados a este punto, cobra importancia el análisis económico-financiero. Lógicamente, en un escenario electrónico hay que calcular las necesidades tecnológicas y de innovación. Hacen falta desde software de administración de contenidos y de contabilidad hasta herramientas de medición del tráfico que registra la web. Tampoco hay que prescindir de un equipo humano cualificado y de buenos proveedores.
Pero todo ello no sirve de mucho si no invierte en posicionamiento en Internet. En opinión de Zimmermann, “una empresa no sólo debe trabajar el marketing en buscadores como Google o Yahoo!, sino también en nuevos medios como los blogs y las redes sociales”. “La inversión inicial en marketing online es reducida, otra cosa es plantearse una acción offline, lo que aumenta el gasto en publicidad”, advierte.
Lo que está claro es que Internet dispone de herramientas capaces de ofrecer soluciones empresariales de todo tipo. “Hoy por hoy una empresa que quiera pasar a vender por Internet puede acceder a paquetes sencillos de sites online que ya llevan integrados los sistemas de pago, la seguridad, la gestión de stocks, etc.”, comenta el director de AECEM.
Oportunidad ante la crisis
Y es que montar un canal online es relativamente barato. Esta ventaja se multiplica en momentos de crisis como el actual. “La crisis va a afectar a cualquier negocio, ya sea online u offline, pero el bajo coste de estas webs supone una oportunidad, ya que son canales que aumentan las ventas a cambio de una inversión reducida y pueden ayudar a paliar los efectos de la crisis”, explica Zimmermann. Además, se pasa de operar en un ámbito local a abarcar mercados globales. No existen límites geográficos ni fronteras.
Por eso, transmitir confianza y transparencia es fundamental. Las empresas, los particulares y las entidades vigilan de cerca los riesgos que implican las nuevas tecnologías y, por tanto, hay que garantizar la protección frente al fraude, la confidencialidad de los datos y la privacidad.
De hecho, el ‘talón de Aquiles’ de los negocios electrónicos es que el consumidor “no está acostumbrado a comprar a través de Internet; prefiere ver el producto y tenerlo en la mano antes de comprarlo”, asegura Zimmermann, que cree que se trata de “un problema socio-cultural porque no estamos acostumbrados a comprar por catálogo y pagar a distancia, aunque es algo que está cambiando poco a poco”. En general, las formas de pago son seguras, pero “el internauta aún tiene un cierto recelo en materia de seguridad”, añade.
Según los datos que maneja AECEM, el volumen de negocio del comercio electrónico en España se sitúa en 2.700 millones de euros aproximadamente, con un crecimiento anual del 30%, aunque “todavía estamos lejos del resto de países de la Europa Occidental”. Se estima que la cifra alcance los 4.000 millones de euros este año, según la Comisión del Mercado de la Telecomunicaciones (CMT) y el Ministerio de Industria. No obstante, desde la AECEM se muestran más pesimistas porque este tipo de comercio en España “está bastante atrasado con respecto al resto de países desarrollados, y sobre todo de los europeos”.