Menos viajes en avión, menos emisiones contaminantes, más productividad. Son los argumentos que esgrimen los proveedores de soluciones de videoconferencia, un mercado que crece al ritmo del 30% anual. Aunque, de momento, la penetración es casi testimonial: apenas el 5%, concentrada en grandes organizaciones.
(La Vanguardia, 28/4/2008)
Ha sido una promesa durante años, pero sólo ahora parece a punto de cuajar el advenimiento de la videoconferencia. La disponibilidad de banda ancha y de alta definición son los requisitos tecnológicos que facilitan una oferta de calidad y fiabilidad, dos atributos necesarios para que el mercado despegue, explica Rich Costello, autor de un estudio de la consultora Gartner.
La penetración de la videoconferencia, según Gartner, es incipiente, casi testimonial: apenas del 5%, concentrada en grandes organizaciones. Gracias a la aparición de soluciones de bajo precio, se espera un crecimiento del 30% anual, a través de su entrada en las pequeñas empresas. Aunque lejos de merecer el apelativo de masas,parece fuera de dudas que la videoconferencia se democratiza.
Tandberg, empresa noruega que controla el 52% del mercado mundial, aumentó sus ventas casi un 60% el año pasado. Alberto Fernández, director general para España y Portugal, está convencido de que el tirón de la demanda proseguirá. A sus grandes clientes actuales - Repsol, Endesa o Santander, además de las instituciones estatales-, se van sumando empresas de menor tamaño, con presupuestos menos generosos pero a la vez volcadas en la internacionalización.
El primer argumento del que se nutre este sector es la contención de los gastos de viaje. Fernández cita el caso de Vodafone, que ha prescindido de miles de vuelos desde que, a finales del 2006, adquirió equipos de Tandberg para sus filiales en cuatro continentes. La ciudad financiera del Santander, en Boadilla del Monte (Madrid), cuenta con 70 salas de reunión y diez aulas de formación equipadas para videoconferencia, una infraestructura que, junto a su red internacional, soporta una media de diez conferencias diarias.
Fernández recurre al ejemplo del puente aéreo Madrid-Barcelona. "Acudir a una reunión puede tener un coste de hasta 1.200 euros en billetes, taxis, comidas y horas por persona. Por lo general, de las 14 horas por desplazamiento, sólo cuatro son productivas", dice. Otro efecto es la mejora de la productividad: una decisión importante puede tomarse en pocos minutos, y los interlocutores se quedan con la sensación de haber participado en una reunión cara a cara.
Todos los vendedores de videoconferencia la presentan como una solución ecológica. Es de buen tono, en estos tiempos hacer saber que, además de recortar gastos, las empresas participan en el esfuerzo global de ahorrar emisiones de carbono. No todo son parabienes, sin embargo. Muchas compañías siguen pensando que la videoconferencia es un lujo, no una necesidad. No les ha faltado razón mientras los equipos costaban hasta 100.000 euros por instalación.
El mercado de la videoconferencia es muy competitivo. Cisco ha hecho un gran esfuerzo para divulgar el concepto de telepresencia,y su ambición es conocida, aunque por ahora está enfocada en la gama alta, equipos de alta definición que requieren la instalación de salas específicas. Para contrarrestar esta ofensiva, sus competidores han lanzado al mercado equipos de telepresencia personal,de bajo precio y aptos para cualquier despacho.
La canadiense Nortel se ha unido a Tandberg para dar la réplica a Cisco, con una oferta de videoconferencia como servicio, para empresas que no quieren sobrecargar con una nueva tarea a sus departamentos de sistemas. Y Microsoft está entre ambos en nombre de otro mantra, las comunicaciones unificadas.