El presidente de la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT) defiende el despliegue masivo de nuevas infraestructuras y el acceso regulado a estas redes como la mejor manera de fomentar nuevos servicios.
(Expansión, 4/2/2008)
Reinaldo Rodríguez es un servidor público, en el mejor sentido de la palabra. Ingeniero de Telecomunicaciones por la Universidad Politécnica de Madrid, este manchego de Puertollano de 55 años, ha dedicado toda su vida profesional a las telecomunicaciones y, especialmente, a su regulación. Primero, desde la Administración y, luego, desde la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT), de la que fue fundador en 1996 y que preside desde 2005. Casado y con dos hijos, Rodríguez es trabajador de jornadas interminables, amigo de sus amigos y un lector voraz, especialmente de temas tecnológicos.
Pregunta: Las reacciones a la propuesta de la CMT sobre la regulación de las nuevas redes de telefonía están siendo bastante tibias. ¿Se esperaba algo así?
Respuesta: Lo que hemos dicho en realidad es que vamos a hacer un análisis mucho más detallado de la situación antes de tomar decisiones. Pero el documento manda mensajes bastante nítidos. Está diciendo que queremos una regulación que favorezca la competencia a largo plazo; eso significa competencia entre redes. Queremos reorientar el modelo de la liberalización, basado en competencia en servicios, hacia otro basado en competencia en infraestructuras. Pero también está diciendo que no lo haremos a cualquier precio. No vamos a tirar por la borda lo conseguido hasta ahora en términos de competencia. Entiendo, además, que la mayoría de los operadores alternativos también considera que su futuro va por ahí, por desplegar redes propias. Si no, iríamos a un modelo totalmente diferente, que es el británico, con la separación de redes del operador histórico, de forma que sólo hay uno que construye la red y los demás que la utilizan. Pero ese no es el modelo ni de Francia, ni de Alemania, ni de Holanda.
P.: ¿Con las redes de nueva generación, basadas en el modelo todo sobre Internet, las centrales actuales de Telefónica van a tender a desaparecer?
R.: Esa transformación es gradual. Es cierto que habrá una desaparición de centrales, puesto que donde sólo haya centrales de voz no tiene sentido que se mantengan las líneas de cobre. Por eso, a Telefónica le decimos: "cuando vaya a plantear eso, si afecta a operadoras que están instaladas allí, tendrá que avisar con bastantes años de antelación".
P.: ¿Cuánto tiempo es "bastantes años"?
R.: Preguntaremos a los operadores alternativos que están coubicados cuánto estiman como un plazo suficiente. En Holanda, han dado un plazo de tres años de antelación para cerrar las centrales. No creo que en España tenga que haber grandes diferencias respecto a eso. Otra cosa sería si se alcanzase un acuerdo voluntario entre operadores para ir más deprisa. Eso, indudablemente, sería mejor.
P.: Los operadores alternativos no confían en los acuerdos comerciales para asegurar el acceso a las canalizaciones Telefónica.
R.: No dijimos que lo dejaríamos a las fuerzas del mercado. Lo que dijimos es que no pensábamos redactar una OBA, es decir, una regulación detallada que tardaría dos años en estar lista. Pero regulación va a haber. Habrá una regulación light, pero que ponga las obligaciones negro sobre blanco. Telefónica estará obligada a dar información, a admitir negociaciones y, desde luego, si hay un conflicto, los operadores podrán venir a la CMT para que medie. Una cosa es una regulación ligera y otra es que se deje abandonados a su suerte a los otros operadores de telefonía.
P.: ¿Sigue siendo caro el precio que cobra Telefónica a sus rivales por el ADSL?
R.: Para equilibrar la presencia territorial y lograr que los operadores alternativos estén presentes en más zonas, se redujo cautelarmente el precio del servicio mayorista del GigaADSL, de forma que se pueda ampliar la presencia de los alternativos en zonas en las que ahora no están. Y, precisamente por eso, es probable que el precio del servicio mayorista se reduzca de nuevo en poco tiempo.
"Mi horizonte al frente de la CMT es diciembre de 2008"
P.: ¿Qué le parece la amenaza de la comisaria europea, Viviane Reding, de volver a intervenir los precios de un mercado, en este caso, el de los SMS europeos?
R.: Puede que haya problemas de mercado, porque es cierto que hay diferencias muy importantes entre el coste de un mensaje nacional y el de uno en roaming. Pero deberían resolverse utilizando el actual marco normativo, no regulando por decreto-ley.
P.: Usted sustituyó a Carlos Bustelo en la presidencia de la CMT, por lo que su mandato termina cuando caducaba el de su antecesor.¿Prevé renovarrlo?
R.: Hay dudas jurídicas, porque la norma dice que cada mandato es ampliable en una sóla renovación. Y yo ya he renovado como consejero. La duda estriba en si se puede aspirar a una renovación como presidente. En cualquier caso, mi experiencia me dice que estos asuntos se resuelven en las últimas semanas y que decide el Gobierno. Por eso, mi horizonte de responsabilidad es diciembre de 2008.
P.: En los últimos meses, se ha producido una reducción en las altas de banda ancha. ¿A qué cree que puede atribuirse?
R.: Es normal que, según va creciendo el mercado, los ritmos de crecimiento de la demanda se vayan reduciendo. No se pueden mantener sine die. Podría ser que hubiese un frenazo, si con la subida de tipos hubiese una reducción del consumo. Pero eso, no ha pasado antes, por ejemplo, con el negocio del móvil. Además, creo que la banda ancha genera una cierta dependencia. Por eso no creo que haya bajas. Además, la demanda puede ser incentivada por políticas comerciales más agresivas e, incluso, por bajada de precios. Y algo de eso está habiendo, ya que incluso Telefónica ha empezado a ofrecer servicios diferentes con precios de entrada mucho más bajos. "Es importante que se pueda comprar y vender espectro"
P.: Europa lleva meses hablando del llamado dividendo digital, por el que las frecuencias que dejarán de usarse para la televisión analógica pueden utilizarse para prestar nuevos servicios de comunicaciones. En España, parece que esas frecuencias van a estar reservadas para las cadenas de televisión. ¿Cuál es su opinión sobre este debate?
R.: Que sería una pena. El país donde más se está hablando de este asunto es Reino Unido y, por ahora, parece que se prevé destinar un 30% del espectro de la televisión analógica a servicios de telecomunicaciones. En España, supongo que no se sabrá hasta que no esté más cerca el apagón analógico. Pero creo que si se usan todas las frecuencias para la televisión, el aumento de cadenas y de programas sería tan brutal que no parece que el mercado pueda proporcionar ingresos suficientes para financiar toda esta actividad. Es posible que haya problemas de las cadenas nuevas para subsistir. Ahora bien, las leyes las hace el Parlamento. Por eso, es importante que se desarrolle el mercado secundario de espectro. Así, por ejemplo, podría haber alguna cadena de televisión que valorase que podía obtener mayor rentabilidad alquilando su espectro que explotando la actividad. Podría ser que lo que no consiguiese la ley lo consiguiese el mercado. Esto pone de manifiesto la enorme importancia que va a tener la regulación sobre el espectro de frecuencias radioeléctricas. Será lo que más va a influir en el futuro de las comunicaciones y regularlo no va a ser nada fácil.
P.: Continuando con las frecuencias,¿qué opinión tiene de la reutilización de frecuencias de 900 megahercios para prestar servicios nuevos de 3G?
R.: Es extraordinariamente importante para el futuro y muy positiva. Los corsés tecnológicos asociados a las bandas de frecuencias no son eficientes. Ahora bien, el actual reparto de estas frecuencias en la banda de 900 megahercios es consecuencia de un proceso, muy prolongado en el tiempo, que ha provocado una situación asimétrica en la que unos operadores tienen mucho espectro, otros menos, otros poco y otros ninguno. Me preocuparía que el proceso de reutilización se llevase a cabo sin considerar como están distribuidas estas frecuencias. Ésa es una de las responsabilidades que tendrá que afrontar la Administración en los próximos meses.