La red de Guifi.net se extiende por Cataluña al ritmo de 150 nodos mensuales - Las redes inalámbricas gratuitas llegan a 300.000 berlineses - Vecinos y comerciantes de Chueca se unen para dar conexión Wi-Fi.
(El País, 20/9/2007)
Las redes inalámbricas (Wi-Fi) libres son un fenómeno global que abarca zonas de Ghana, India, Polonia, Estados Unidos, Filipinas o Costa Rica. Unas jornadas internacionales organizadas por Guifi.net, la mayor red de este tipo en España, han mostrado que cada vez más empresas, ciudades y movimientos vecinales fomentan la instalación de redes Wi-Fi.
Fundación Dúctil Benito abastece de mobiliario urbano al 80% de ayuntamientos españoles. El año pasado, trasladó parte de sus oficinas de Manlleu a un pueblo cercano, Sant Bartomeu del Grau. Y se toparon con un problema: no había Internet.
"El ADSL que llegaba al pueblo era insuficiente para nosotros", explica su director tecnológico, Òscar Barrabés. "Así que nos unimos a Guifi.net". Esta red inalámbrica cubre la comarca de Osona y parte de las vecinas, hasta las puertas de Barcelona. Tiene 2.500 nodos, que han instalado ciudadanos, empresas y ayuntamientos, y que crece a razón de 150 nodos al mes.
Cada cual es propietario de sus nodos. La red es neutral y gratuita. "Los principales interesados en que funcione somos nosotros mismos, que nos aprovechamos de ella y a la vez ayudamos a extenderla", explica Barrabés. En Guifi.net hay servicios como intercambio de archivos, telefonía IP, chat, webs y también puertas hacia Internet, cedidas por algunos nodos que comparten su ADSL.
Barato y veloz
"Llegó antes la conexión inalámbrica a la nueva nave que el teléfono. Nuestro director general estaba contentísimo, no fue necesario convencerle de las bondades del Wi-Fi", asegura Barrabés. "Las llamadas entre ambas sedes llegan sin ningún coste. Tampoco hay costes de mantenimiento ni fijos mensuales y la inversión inicial fue mínima: 500 euros por nodo, amortizados el primer mes".
Otra ventaja de las redes Wi-Fi es su velocidad: 10 Mbps en conexiones simétricas. Algo que aprovechan empresas como la cadena de supermercados BonPreu o S.A.V. Vilaró, una fábrica de piezas metálicas: "Tenemos cámaras IP para vigilar el exterior y también las máquinas, que funcionan 24 horas sin necesidad de tener un turno de noche, ya que las telecontrolamos", asegura Eduard Tarrats, director técnico de Vilaró.
Al disfrutar de velocidades similares a las de una red local, no hay saltos de imágenes que interfieran en la visión a tiempo real de lo que está haciendo una máquina. Asimismo, las copias de seguridad entre sus sedes son muy rápidas. Los empleados pueden teletrabajar y la empresa les permite usar la conexión fuera del trabajo.
Tarrats alaba la seguridad del Wi-Fi: "Un intruso puede entrar más fácilmente a través del cable que por las ondas, ya que necesita estar cerca geográficamente para interceptar la conexión. Tememos más a un rayo, que deje a un nodo sin electricidad, que a un intruso". Y, si cae un rayo, otras empresas les prestarán sus nodos hasta que solucionen el problema.
Es un nuevo modelo de relaciones entre compañías, más colaborativo que competitivo. También de negocio: las empresas que dan servicio técnico a los nodos participan en igualdad de oportunidades. La red funciona con programas libres, creados por voluntarios que montan también los enlaces entre subredes, pagados por quien quiere apadrinarlos.
Como símbolo de esta mezcla simbiótica, durante las jornadas se inauguró en Sant Bartomeu una torre de telecomunicaciones financiada por la Generalitat, que usarán las operadoras de telefonía.
Malcolm Matson, fundador del proveedor británico Colt Telecom e impulsor de las redes Wi-Fi ciudadanas, pone ejemplos de Paquistán, Suráfrica o Grecia para explicar que la conexión Wi-FI conduce a "una vida más próspera", ya que tienen un coste muy bajo, lo que rebaja el coste de la vida, y su presencia en la zona es un incentivo para las empresas.
Richard MacKinnon, fundador de la red inalámbrica de Austin (Texas), con 100.000 miembros registrados, explica cómo ha cambiado su ciudad: "Antes Starbucks competía con los bares locales ofreciendo acceso inalámbrico a Internet. Ahora, todos lo tienen". Aunque la red es gratuita, algunas empresas pagan 200 dólares al año por servicios avanzados, como correo electrónico.
Juergen Neumann cuenta el caso de Berlín, que tiene una red gratuita que cubre una décima parte de la ciudad, a 350.000 personas: "Nació por necesidad; en 2003 la parte Este no tenía ADSL". Los routers inalámbricos de los hogares funcionan como nodos de la red, sin necesidad de instalar antenas, ya que en las ciudades las distancias son muy cortas.
La red de Berlín ha generado negocio, dice Neumann: "Para los ISP, que ahora llegan al Este y, aunque todos tienen Wi-Fi, compran ADSL; para las tiendas de informática, que venden routers ya preparados; para bares, tiendas del barrio y hoteles, a los que da un valor añadido". Ha animado también la vida social: "La gente puede ver en un mapa qué vecinos son también nodos y se reúnen una vez por semana".
La necesidad de conexión a Internet en cualquier lugar y circunstancia motiva múltiples y diversas iniciativas, como la de los vecinos y comerciantes de Chueca. Este barrio madrileño de 18.000 habitantes, ejemplo del movimiento gay, se ha movilizado para conseguir conexión a Internet sin hilos a través del proyecto FON en cualquier esquina, gratis o por tres euros al día.
GUIFI.NET: www.guifi.net
MALCOLM MATSON: www.oplan.org
AUSTIN WIRELESS CITY NETWORK: www.austinwirelesscity.org
FREIFUNK: www.freifunk.net
WSFII: www.wsfii.org