La red de A Estrada, que cobra 10 euros mensuales, cubre 282 kilómetros cuadrados y 473 núcleos de población - Calvià y Castelldefels dan Wi-Fi gratis en sus playas, Leganés en sus polideportivos y Fuengirola, en el puerto.
(El País, 26/7/2007)
Si usted viaja a un pueblo estas vacaciones tiene bastantes posibilidades de disfrutar de conexión inalámbrica (Wi-Fi) a Internet. Mientras en las ciudades sólo la ofrecen hoteles, bibliotecas, centros municipales y algunos bares, cada vez más pueblos presumen de estar 100% conectados por el aire.
Una de las razones del retraso de las ciudades es su tamaño: los nodos Wi-Fi cubren distancias cortas, por lo que se necesitarían miles para dar conexión inalámbrica total a una ciudad media. Así, lo más usual en las ciudades son los nodos comerciales, de bares u hoteles, sólo abiertos a sus clientes.
Según el Observatorio de IWE-X, en Sevilla hay 463 nodos comerciales y 11 nodos libres, instalados por voluntarios. A estos, en algunas ciudades y pueblos, se añaden los nodos de los ayuntamientos, que suelen cubrir sólo edificios públicos y puntos de interés muy concretos como, en el caso de Castelldefels, una playa.
El despliegue Wi-Fi municipal empieza justo ahora a tomar fuerza, con bastante retraso en comparación con la madurez de la tecnología. La razón es la incertidumbre generada por la Comisión del Mercado de Telecomunicaciones (CMT) que, en su momento, amonestó al ayuntamiento de Barcelona y expedientó a los de Atarfe (Granada) y Pontevedra por ofrecer acceso gratuito.
Según la CMT, las redes Wi-Fi municipales no pueden financiarse con dinero público: o bien es una empresa quien monta, gestiona y cobra a los ciudadanos el acceso, o bien el consistorio debe registrarse como operador.
Los municipios han optado por diversas soluciones que forman los cuatro grandes modelos del despliegue en España: las redes libres, donde destaca la catalana Guifi.net; la iniciativa FON; empresas privadas que montan redes en los municipios y cobran a los ciudadanos, y ayuntamientos que se acogen a ayudas públicas para constituirse en operadores y cobrar, o no, la conexión.
Las redes libres son las más veteranas y de acceso gratuito. Las hay por todo el territorio español y las crean voluntarios que montan puntos de acceso en sus pueblos y ciudades. Al ser esfuerzos voluntarios, van poco a poco. La excepción es Guifi.net, que da acceso a ciudadanos, empresas y ayuntamientos de toda una comarca.
La empresa FON, de Martin Varsavsky, es otro frente: ha creado una red Wi-Fi basada en que las personas que tengan un enrutador especial puedan compartir su ancho de banda de forma inalámbrica. FON ha firmado acuerdos con algunos ayuntamientos, como el de Lleida o Málaga, para conectar sus edificios públicos o toda la ciudad.
En cuanto a las iniciativas de los ayuntamientos, las hay de pago, como el caso de Burjassot, donde casi el 100% del municipio tiene cobertura y los vecinos pagan 12 euros al mes por la conexión. O gratuitas, como Santillana del Mar, con Wi-Fi en todo el pueblo. Otros ayuntamientos optan por cubrir sólo zonas determinadas. Calvià y Castelldefels tienen Wi-Fi gratuito en sus playas, pero no en los apartamentos de los alrededores. Fuengirola, en el puerto. También es habitual que el centro del municipio esté conectado (Avilés) pero no la periferia, o algunos parques públicos (Sabadell, Irún, Avilés) e instalaciones deportivas (Leganés).
Ciudades digitales
Buena parte de la cobertura liderada por los ayuntamientos se debe al Proyecto Ciudades Digitales, una colaboración entre la Unión Europea, el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio, las Comunidades Autónomas y 128 municipios seleccionados.
Un buen ejemplo es A Estrada, en Pontevedra, con una red Wi-Fi que cubre sus 52 parroquias, 282 kilómetros cuadrados de extensión y 473 núcleos de población rural. Con la ayuda del proyecto Ciudades Digitales, el ayuntamiento se ha constituido en operador y cobra 10 euros al mes.
Esto no significa que conectarse en estos pueblos sea tan fácil como encender la tarjeta Wi-Fi del portátil y empezar a navegar.
Una pared demasiado ancha puede atenuar la señal y hacer imposible acceder a un nodo que esté a 50 metros. En la mayoría de casos, hay que instalar una antena en el exterior del edificio y darse de alta en el ayuntamiento o comunidad que dé acceso.